miércoles, 20 de noviembre de 2013

No creo en la magia, pero creo que algunas sonrisas pueden ralentizar el tiempo. Y que algunas despedidas pueden durar para siempre. Nos prometimos tantas cosas que no tuvimos nunca tiempo para cumplirlas, as que eso es lo que somos: un monton de expectativas que apenas pueden ya mirarse a los ojos sin tener ganas de llorar. Algo va mal, en el fondo, y no tan en el fondo, en esas sonrisas que son inercias de nuestra incapacidad para pedir auxilio. Que importa que el tiempo lo cure todo si lo hace demasiado tarde. Que importa que estemos tan lejos o tan cerca si ya no sabemos quedarnos sin tener la sensacion de que alguno de los dos terminar yendose. Solo nos quedan los atardeceres.
Lo hicimos lo mejor que pudimos, pero de todas formas 
nunca dejo de estar mal. Como iban a sostenerse dos ruinas, y en cada abrazo lo sabíamos, no alcanzabamos el equilibrio.