Entonces pasa. Pasa que todo lo que un día te prometieron, nunca lo cumplieron. Pasa que el mundo en el que vivías era irreal, era una fantasía creada a base de mentiras. Los engaños dolieron y las decepciones te consumieron, pero los recuerdos siguen vivos, como si la vida se encargara de recordarte lo estúpido que fuiste y lo mal que procediste. No es un castigo ni mucho menos lo que te mereces, es una lección que tenías que aprender, porque aprendiendo es que crecemos y crecemos cuando aceptamos que cometimos errores, que podíamos haber tomado mejores decisiones y que ahora esas decisiones juzgarán que tanto aprendiste o que tan estúpido eres para volver a caer.
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