El primer día de mi vida sin ti, cosí tu sombra al viento que se marcha, guardé el suspiro de después de partir, dejé una carta para mis fantasmas. El primer día de mi vida sin ti, cubrí recuerdos con sabanas blancas; sople en tu cara todo lo que sufrí, llegó la música hasta mi ventana.
Wonderwall
miércoles, 11 de noviembre de 2015
miércoles, 27 de mayo de 2015
No me quito el vicio de esperarte en casa, apoyando mi cabeza en el cristal. Y cuando empaño de un suspiro la ventana dibujo un tres en raya que vuelvo a empatar. No consigo hacer nada sin darme cuenta y es el precio de aprender a no llorar. Y aunque a veces nada indica que compensa me niego a dar la vuelta y hacerme menor de edad. Si algún día nos cruzamos no respondas ni hagas caso a los subtítulos que bajo mi sonrisa sabes ver. Yo te diré que voy tirando, negaré que estoy llorando y fingiré que el tiempo todo lo curó. Y en realidad nunca te olvido, fuiste mi único camino y tu sonrisa un buen motivo para ser alguien mejor. Y aunque te cuenten que me vieron de princesa en algún cuento, no hace falta que te diga que tan solo cuentos son.
domingo, 17 de mayo de 2015
viernes, 21 de noviembre de 2014
Pocas veces he sentido que no me hace falta nada, desde entonces la manía de apagar todas las luces y empezar a recordarte. Siempre creí que a tu lado la vida estaba completa (aunque era un hecho evidente que a mi me faltaban partes) porque tienes ese don, esa magia o lo que sea, de hacer volver a la vida todos los sueños perdidos; especialmente los míos, que parecen suceder cada vez que estoy en tus brazos.
Es inevitable tener los pies en la tierra si cuando volteas a verme se desata un terremoto, pero no corres ni gritas, te escondes entre mis ojos mientras dejamos que el mundo solo se caiga a pedazos.Es que a mi nadie me dijo que el caos llevaba tu nombre ¿y a quién le importa? Si cada ser de la tierra provocaría otras cien guerras con tal de mencionarlo seguido de un "para siempre". Y que bueno que el desastre se haya quedado conmigo.
Pocas veces he sentido que no me hace falta nada; cosa que me pasa si te tengo al lado mío, cuando me hablas y reímos, o nos quedamos en casa viendo la vida pasar. Y te quiero, sí, de una forma indescriptible, como nunca había querido ni habían querido de vuelta, pero es cuestión de valor vivir entre terremotos y a veces uno se cansa de hacerse siempre el valiente. Pero también muchas veces he sentido que me hace falta todo, y sí, por todo me refiero a ti. Como si de alguna manera cada célula de mi cuerpo dependiera infinitamente de cada minúscula fibra que conforma tu ser, pero inevitablemente no pudiesen tocarse. Como si cada minuto de mi tiempo fuera inútil estando sin ti, como si mis sonrisas se negaran a surgir porque me haces falta tú.
No puede ser que el destino sea esta farsa de pretender que no nos queremos, mientras que bajo la almohada siempre estoy pensando en ti; mientras que recostada en la cama, acompañada de tus respectivos insomnios, tú, inevitablemente, estás pensando en mí. Lo acepto, es bonito quererte así: imposible y caótica, hermosa y despistada. Deseando que nunca te haga falta nada, deseando que siempre tengas todo, y sí, por todo... Me refiero a mí.
Es inevitable tener los pies en la tierra si cuando volteas a verme se desata un terremoto, pero no corres ni gritas, te escondes entre mis ojos mientras dejamos que el mundo solo se caiga a pedazos.
Pocas veces he sentido que no me hace falta nada; cosa que me pasa si te tengo al lado mío, cuando me hablas y reímos, o nos quedamos en casa viendo la vida pasar. Y te quiero, sí, de una forma indescriptible, como nunca había querido ni habían querido de vuelta, pero es cuestión de valor vivir entre terremotos y a veces uno se cansa de hacerse siempre el valiente. Pero también muchas veces he sentido que me hace falta todo, y sí, por todo me refiero a ti. Como si de alguna manera cada célula de mi cuerpo dependiera infinitamente de cada minúscula fibra que conforma tu ser, pero inevitablemente no pudiesen tocarse. Como si cada minuto de mi tiempo fuera inútil estando sin ti, como si mis sonrisas se negaran a surgir porque me haces falta tú.
No puede ser que el destino sea esta farsa de pretender que no nos queremos, mientras que bajo la almohada siempre estoy pensando en ti; mientras que recostada en la cama, acompañada de tus respectivos insomnios, tú, inevitablemente, estás pensando en mí. Lo acepto, es bonito quererte así: imposible y caótica, hermosa y despistada. Deseando que nunca te haga falta nada, deseando que siempre tengas todo, y sí, por todo... Me refiero a mí.
sábado, 20 de septiembre de 2014
Dieciocho motivos para dejarte, catorce consejos para olvidar. Quinientas razones para odiarte, saco la cuenta y a sumar. Millones de ovejas para el desvelo, cóctel de pastillas para dormir, catorce las muestras de tu pelo, como cuchillos de faquir. ¿Cuándo fue que se fue tu amor? ¿cómo fue que se fue sin mi? (que no amanezca por favor). Se trepa la luz por la ventana, se escuchan los autos por ahí, tu adn está en la cama, y yo lo clono para mí. De tantas formas siento miedo, que he preferido no salir; sesenta veces dije "puedo", ochenta más me arrepentí. ¿Cuándo fue que se fue tu amor? ¿cómo fue que se fue sin mi?
¿Quién te besó lejos de aquí mientras te inventaba en la cama? ¿Quién te rozó, lejos de mi, quién te acompaña esta mañana? ¿Cuánto perdí? ¿Quién te ganó? ¿Qué hago con este miedo al futuro? Saco la cuenta y a restar.
Son siete lunes por semana, son treinta inviernos cada mes; las horas son de porcelana, la vida un juego de ajedrez. Dejaste minas en la casa, con objetivos de matar. La vida llora cuando pasa, la suerte ríe en el placar. ¿Cuándo fue que se fue tu amor? ¿Cómo fue que se fue sin mi?(Dejaste tu sombra merodeando sin permiso por la casa. La huella en la alfombra de tu espalda como cráter en la luna, y tu reflejo en el espejo).
¿Quién te besó lejos de aquí mientras te inventaba en la cama? ¿Quién te rozó, lejos de mi, quién te acompaña esta mañana? ¿Cuánto perdí? ¿Quién te ganó? ¿Qué hago con este miedo al futuro? Saco la cuenta y a restar.
Son siete lunes por semana, son treinta inviernos cada mes; las horas son de porcelana, la vida un juego de ajedrez. Dejaste minas en la casa, con objetivos de matar. La vida llora cuando pasa, la suerte ríe en el placar. ¿Cuándo fue que se fue tu amor? ¿Cómo fue que se fue sin mi?(Dejaste tu sombra merodeando sin permiso por la casa. La huella en la alfombra de tu espalda como cráter en la luna, y tu reflejo en el espejo).
Entonces pasa. Pasa que todo lo que un día te prometieron, nunca lo cumplieron. Pasa que el mundo en el que vivías era irreal, era una fantasía creada a base de mentiras. Los engaños dolieron y las decepciones te consumieron, pero los recuerdos siguen vivos, como si la vida se encargara de recordarte lo estúpido que fuiste y lo mal que procediste. No es un castigo ni mucho menos lo que te mereces, es una lección que tenías que aprender, porque aprendiendo es que crecemos y crecemos cuando aceptamos que cometimos errores, que podíamos haber tomado mejores decisiones y que ahora esas decisiones juzgarán que tanto aprendiste o que tan estúpido eres para volver a caer.
lunes, 28 de julio de 2014
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar, porque si vamos a morir, queremos morir por alguien que sepa llorarnos.
Y sobre el desamor (o cuando sientes cosas bonitas por alguien que ya está sintiendo cosas bonitas por otro) pensaba que, a veces, es inevitable. Y que, ojalá, pudiésemos elegir de quién enamorarnos, y hacerlo de aquella persona que supiese querernos. Pero las cosas, por desgracia, no son así. Y muchas veces (más de las que me gustaría) terminamos padeciendo insomnio por alguien que, además, e irónicamente, nos hace soñar. Y luego terminó hablando sobre la capacidad de olvidarnos de las personas, y sobre la naturaleza de los recuerdos, diciendo que la mejor forma de olvidar a alguien que nos duele recordar es llegando a la conclusión de que no merecemos eso, de que merecemos algo más. De que merecemos sangrar por alguien que, luego, venga a curarnos. De que la vida no es tan larga, ni dura tanto, como para estar perdiendo el tiempo esperando trenes que ya han pasado. De que hay que sonreírle a los amaneceres, independientemente de que llueva e independientemente de que compartamos cama con la soledad. Que las cosas llegan cuando menos las esperas, y que si siempre las estás esperando, sólo tardan en llegar un poquito más. Pero llegan, tarde o temprano. Y entonces dijo: "Sigo queriendo a toda la gente a la que he querido en mi vida, pero sólo amo con esa urgencia en la mirada a la esperanza de que, un día, y qué más da cuándo, amaré a alguien y será para siempre".
Y sobre el desamor (o cuando sientes cosas bonitas por alguien que ya está sintiendo cosas bonitas por otro) pensaba que, a veces, es inevitable. Y que, ojalá, pudiésemos elegir de quién enamorarnos, y hacerlo de aquella persona que supiese querernos. Pero las cosas, por desgracia, no son así. Y muchas veces (más de las que me gustaría) terminamos padeciendo insomnio por alguien que, además, e irónicamente, nos hace soñar. Y luego terminó hablando sobre la capacidad de olvidarnos de las personas, y sobre la naturaleza de los recuerdos, diciendo que la mejor forma de olvidar a alguien que nos duele recordar es llegando a la conclusión de que no merecemos eso, de que merecemos algo más. De que merecemos sangrar por alguien que, luego, venga a curarnos. De que la vida no es tan larga, ni dura tanto, como para estar perdiendo el tiempo esperando trenes que ya han pasado. De que hay que sonreírle a los amaneceres, independientemente de que llueva e independientemente de que compartamos cama con la soledad. Que las cosas llegan cuando menos las esperas, y que si siempre las estás esperando, sólo tardan en llegar un poquito más. Pero llegan, tarde o temprano. Y entonces dijo: "Sigo queriendo a toda la gente a la que he querido en mi vida, pero sólo amo con esa urgencia en la mirada a la esperanza de que, un día, y qué más da cuándo, amaré a alguien y será para siempre".
viernes, 30 de mayo de 2014
Transcurrimos por algún camino escuchándonos filosofar. Hablamos de miedos, de metas, de sueños. Nos conocimos, nos entendimos proyectando intenciones que no pudimos concretar. Sucede. Te llegó, inexorable, el destino. Me costó comprender mi dolor, el paso del tiempo, lo que no vivimos, siempre a destiempo, siempre en silencio. No me perdono nunca no haberte dicho antes lo que me importas. Hoy que no estás, sucede. Y estoy aprendiendo a asimilar, lo que me enseñaste sin pensar, ante la peor tormenta, tu mejor sonrisa siempre. Hasta el fin
miércoles, 21 de mayo de 2014
Aunque tú no lo sepas, me he inventado tu nombre. Me drogué con promesas, y he dormido en los coches. Aunque tú no lo entiendas, nunca escribo el remito en el sobre, por no dejar mis huellas. Aunque tú no lo sepas, me he acostado a tu espalda. Y mi cama se queja, fría cuando te marchas. He blindado mi puerta y al llegar la mañana no me di ni cuenta de que ya nunca estabas. Aunque tú no lo sepas, nos decíamos tanto. Con las manos tan llenas, cada día más flacos.
Inventamos mareas, tripulábamos barcos, yo encendía con besos... el mar de tus labios.
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